Sobre la historia y el guión en Alpapuyo
Agustina Elías Saad (productora), Gonzalo Farfán (operador de cámara), Esteban González (asistente de cámara y gaffer), Matías Weyerstall (DF) y Gonzalo Tórtola (director).
Comencemos por el principio: el guión.
El guión fue estructurado como un rompecabezas, en el que se mezclan los distintos hechos cruciales de la línea del tiempo sin un órden cronológico, sino adentrarnos en la cabeza nuestra protagonista: Luna, una joven muy conflictuada, atrapada en una realidad de la que no puede escapar porque no sabe que lo está. La idea era transmitir esa misma confusión, en la que no se puede distinguir lo que es real de lo que sucede en su cabeza.
Tuve dificultades a la hora de generar un detonante que desencadene todos los hechos. En un primer momento, se pensó en un antagonista principal: un duende, muy vinculado a las creencias y mitos de los Valles Calchaquíes, pero sin mencionar a una leyenda en específico, ni tampoco verlo físicamente, sino más bien dotarlo de poder sobrenatural a la hora de generar ese castigo. Es por eso que la historia fue evolucionando en torno a ese concepto del castigo, que en realidad es un viaje que obliga a la protagonista a realizar una introspección sobre sus acciones y actitudes. El castigo a la profanación, el detonante: el robo de la pulsera de la gruta del duende.
Era muy importante establecer una geografía clara -a pesar de que nunca se hará clara para quien experimente este viaje desde la pantalla- y es por eso que se elaboró un mapa en el cuál se situaron las principales locaciones donde ocurrían los hechos en la historia y ordenar la secuencia de acciones en mi cabeza. Hacerlo en un bosque surgió por la necesidad de generar un lugar del que no hay una salida aparente y del que no hay forma de ubicarse, ya que se repite aleatoria e infinitamente. También implica desafío extra para la protagonista, cuyo único objetivo además de sobrevivir, es encontrar una salida de esa “prisión”. Aquí es cuando surge la idea del Alpapuyo, el final del bosque, pero también, el comienzo de otro: de otra realidad. Aquí comenzaron a surgir las reglas de este universo: cada vez que alguien cruce el Alpapuyo, no podrá regresar a su realidad, inevitablemente se genera una nueva
Mezclar las líneas temporales con los recuerdos, pensado desde la óptica del montaje, surgió por la necesidad de generar de manera inconsciente en el espectador esos recuerdos de situaciones o lugares y así comprender la motivación de las acciones muy cuestionables que toma Luna.
El duende y el bosque son uno mismo: el antagonista. Pero también logra meterse en la cabeza de Luna y manipular sus recuerdos con el fin de que ella tenga una motivación extra además de sobrevivir, una atadura a “su realidad”. Así nace el concepto del novio: del cuál ella está peleada, pero a la hora de verse atrapada, nace un sentimiento de culpa y arrepentimiento, de comenzar de 0. Sin embargo, no tiene una mayor profundidad su personaje.
En cuanto a la protagonista, se la construyó a partir de lo que era necesario avanzar la historia, y luego comenzó a construirse su background: necesitaba a una protagonista fuerte, decidida y soberbia, pero al mismo tiempo con cierta inestabilidad emocional e ingenuidad. Ella es la culpable de su situación y es por esto, que la entidad o duende, intenta cambiarla y buscar su arrepentimiento pero de la manera más brutal posible.
Al finalizar la historia, nos damos cuenta de que es ella misma la que estuvo ayudando a nuestra Luna y que evitó que cruzara el Alpapuyo. Es decir, se muestra una evolución en el entendimiento de nuestra personaje en cuanto a su entorno y al funcionamiento de esa nueva realidad en la que está inmersa, pero sigue teniendo un mismo objetivo, salir de allí.